martes, 30 de noviembre de 2010

Juventud en Positivo, ¡únete!




Bueno, lo prometido es deuda.

Por fin estamos en la Semana Mundial contra el SIDA. Desde el lunes, las ciudades de medio mundo acogen actos en favor de una causa común: derrotar al SIDA y a todos los estigmas que lo acompañan. Porque sí, podemos pensar que en los círculos donde nos movemos el SIDA se trata a día de hoy con total normalidad, pero por desgracia no es así. La sociedad cambia, pero como todo cambio, necesita de su adaptación. Aún hay mucho que avanzar, y por ello ciudades y personalidades de todo el mundo se unen por la causa.

Y llegando a lo que nos toca. Como no podía ser de otra forma, la semana "Help, juntos sumamos un Apoyo Positivo" también dio en el día de ayer su pistoletazo de salida en el Teatro Maravillas, y la cosa no acaba ahí. Mañana día 1 de diciembre y coincidiendo con el Día Mundial del SIDA, intentaremos aportar nuestro granito de arena a partir de las 18:00 horas y, desde la plaza del museo Reina Sofía formando el lazo humano más grande del mundo. Porque, más que nunca, juntos sumamos un Apoyo Positivo, os animo a todos a pasaros mañana por allí para poder colaborar con la causa. Además, contaremos con el apoyo de artistas y grupos como Soraya, Rebeca Brown, Mecandance, Garaje Jack, Lil'J,Natalia y más. ¡Ah! Y todo aderezado con la figura de Rafa Méndez como presentador.

Así que ya sabéis, mañana todos juntos a pasar una tarde entretenida, pero sobre todo, colaborando con Help!

¡Un beso y allí nos vemos!

¡Vive en HD!

lunes, 29 de noviembre de 2010

Preparados, listos...Help!

martes, 23 de noviembre de 2010

Fade into you




Había pasado un año. Bueno, no sabría decir la fecha exacta de nuestra primera conversación, pero sé que han pasado ya más de 365 días desde aquel "¿nos conocemos?". Sin que nos demos cuenta, la vida es capaz de dar tantas vueltas, que al final uno ya no sabe si sigue mirando en la misma dirección o si por el contrario, estamos mirando hacia el lado opuesto. Imagino que eso es en parte lo bueno y lo malo que tiene: la sorpresa continua de un guión escrito sobre la marcha.

Recuerdo muy bien cómo era mi vida hace un año. Por fin parecía que todo marchaba como debía en casi todos los aspectos de la misma. La carrera me llenaba como nada lo había hecho en mucho tiempo y sentía la chispa en lo más profundo de mi cabeza al sólo pensar en las cosas que tenía por delante. La familia, como siempre, estaba ahí apoyándome en todo. Y cuando digo en todo, me refiero a TODO, pues ya no había hermetismos ni secretos entre nosotros. Los años turbios en los que la duda estaba siempre presente habían tocado a su fin. En resumen, por primera vez en mucho tiempo era consciente de que la vida me estaba sonriendo. Y lo mejor de todo, lo estaba aprovechando. Es ahí donde él apareció. No diremos ni quién soy yo ni quién es él, pues lo importante de esta historia no son los nombres, sino los sentimientos. Como bien decía una película hace un par de años, ésta no es una historia de amor; es una historia sobre el amor.

La Navidad comenzaba a ser algo palpable, sobre todo en ese ansia consumista que inunda Madrid con familias enteras gastando un dinero que muchas veces no tienen. Con todo, esos días en los que el frío obligaba a encogerse mientras vas con la cabeza alta contemplando las millones de bombillas decorativas habían llegado. Las noches cerradas a las seis de la tarde eran más llevaderas entonces, y la imagen de volver a reencontrarse con la familia cobraba cada vez más fuerza en mi cabeza. Como siempre, pasaríamos unos días en la antigua casa familiar celebrando una festividad que, para nosotros, se podía resumir en dos palabras: comer y reir.

Todo pintaba normal. Ilusionante, pero normal. Fue entonces cuando tú llegaste. Faltaba un mes para viajar al norte, cuando un día nos cruzamos. Nos habíamos visto antes. No sabíamos dónde, pero sabíamos que éramos conocidos. Ahí empezó nuestra conversación. Ahí empezó nuestra relación. Con un par de frases típicas y tres chistes malos, acabamos dándonos nuestro teléfono y nuestro correo electrónico. No sabría decir bien por qué, pero al llegar a casa, algo indescriptible me hizo reir. Esa misma noche coincidimos en la Red. Cuando me quise dar cuenta, eran las 5 de la mañana y apenas quedaban 3 horas para que mi despertador sonara. Me tiré en la cama y no dormí. No entendía nada.

Los días pasaron y tú volviste a Coruña. Tu situación no era fácil. Realmente, tu vida no había sido fácil, pero ahí estabas tú, con una sonrisa que recordaba a la de un niño esperando a abrir los regalos de Reyes. Con el paso del tiempo empecé a darme cuenta de una cosa: quería volver a verte. Mis horarios habían cambiado tanto que ya no sabía cuando comía si estaba con el desayuno, el almuerzo o la cena. Todo daba igual. Podía dormir 3 horas que al día siguiente llegaba a clase con una sonrisa. Cada vez nuestras conversaciones se volvían más íntimas. No más existenciales, pero si más íntimas. Poco nos importaba que pudiéramos vivir a 600 kilómetros de distancia, lo importante era todo lo que compartíamos y la sincronización que teníamos.

En el calendario ya sólo quedaba un día por tachar. No recordaba estar tan nervioso desde nunca. A pesar de madrugar como nunca para evitar atascos, no pude dormir en todo el viaje. La noche anterior habíamos concretado la hora y el lugar. sólo había algo que me incomodaba: la vuelta a su vida del que había sido su EX con mayúsculas. Desde hacía dos días, él se mostraba preocupado porque no sabía como reaccionaría ante su llegada, ni si sería capaz de poder verme. Sabía que corría el riesgo de ilusionarme en vano, pero a estas edades el riesgo a hacernos daño es mucho más tentador.

Cinco horas más tarde (mi padre batió todos los récords de velocidad por mucho que se lo reprochara) llegamos a la puerta de casa de mis abuelos. No tenía mucho tiempo, apenas media hora para ponerme un poco al día y encontrar una excusa para ausentarme. Al final conseguí convencerles de que un amigo mío de la facultad me había invitado a comer en el centro y conseguí escaquearme. 10 minutos más tarde estaba pasando la entrada del Aquarium Finisterrae. Para entonces ya no sabía como esperar, así que decidí hacer uso del tiempo intentando contagiarme de la tranquilidad que toda aquella fauna marina me transmitía, y vaya si lo conseguí. En sólo 5 minutos estaba inmerso en un mundo azul turquesa en el que casi podía flotar.

Levitando más que andando, fui de un lado a otro, asombrado por la sola imagen de tanto ser vivo conviviendo en tan poco espacio. Fue entonces cuando por fin, después de aquella primera vez, volví a verte. Con más tranquilidad que otra cosa, me fui acercando a ti, hasta llegar a agarrarte de la cintura. No sabía muy bien qué decir, y tú debiste notarlo, porque acto seguido me besaste. Como si de la noche más borrosa se tratara, poco recuerdo de la siguiente hora. Sólo sé que hasta que no salimos de ahí no pude ser consciente de que estabas a mi lado. El resto del día pasó volando, y cuando me quise dar cuenta, estábamos planeando otro encuentro dos días después de Navidad. Si hubiera sabido que no te volvería a ver, no me habría ido.

Desde aquel día, el regalo que más quería por Navidad era volver a verte. Mi familia, experta en distracciones, hizo que esos días fueran amenos y entretenidos, de tal forma que sin apenas darme cuenta, el día 27 estaba ya llamando a la puerta. El día sí, pero tú no. Tu llamada no llegó, tu mensaje no recibí. Lo que al principio era ilusión, poco a poco fue tornándose en decepción. Ese día lloré. Al siguiente también. Así toda la semana. No durante el día, pero sí durante la noche, antes de conseguir conciliar el sueño. No entendía qué pasaba ni por qué no sabía nada de ti. Y así fue durante meses.

Los exámenes de febrero llegaron a su fin, y mis pensamientos estaban ya un poco alejados de aquellas navidades. Sin embargo, tu nombre apareció en mi móvil y contesté. La explicación no me consoló. Los motivos no me convencieron. Tus disculpas no me valieron. Sin embargo, la distancia hace más fácil lo difícil: perdonar. Así lo hice. No quería seguir llevando dentro ese rencor ni ese dolor por desparecer. Ahí se acabó todo...o eso creía.

Ha pasado ya un año. Un año en el que, otra vez, mi vida ha cambiado, y mucho. Sin embargo, tú sigues en ella. De forma distinta a entonces, pero sigues siendo parte importante de ella. Creo que bien podríamos decir que nuestra relación se caracteriza por el miedo y la nostalgia, pero sobre todo por un inmenso cariño. Creo que es difícil que alguien logre entender cómo podemos llevarnos tan bien con todo lo que nos hemos dicho y hecho en este tiempo. Con que tú y yo lo sepamos basta. Aunque a veces no hayamos hablado más que una vez al mes, siempre hemos estado ahí para hacer como si el tiempo no hubiera pasado. Tú siempre has dicho que no crees que llegues a ser feliz nunca, pero lo que no sabes es lo feliz que puedes llegar a hacer a la gente. El día que abras los ojos y lo veas, espero seguir ahí para decirte : "¡Qué! ¿No te lo había dicho?"



Sólo me queda decir que esta historia no es real, pero eso no significa que no tenga referencias reales. Aún así, espero que la disfrutéis enormemente.

Eso sí, va con dedicatoria. ;-)


¡Vive en HD!

jueves, 18 de noviembre de 2010

Amigos al 0% de interés.

ACLARACIÓN:

Después de publicar ayer esta entrada, he visto como gente cercana a mí (amigos, vaya) se ha podido sentir aludida por mis palabras. Por ello, me gustaría decir lo siguiente: este no es un post en el que dude de la amistad que tengo con vosotros. Puede haber momentos en los que flaquee, pero también hay momentos en los que se fortalece. Como todo en esta vida, las amistades sufren altibajos. Mi intención con esta entrada es aclarar lo que muchas veces llamamos "amigos" cuando realmente son "conocidos", "compañeros de clase", "compañeros del trabajo" , etc. Puede que nos veamos más o menos, que tengamos más o menos trato. Incluso puede que llevemos tiempo sin saludarnos siquiera vía Facebook. Pero eso no quita que, si alguna vez necesite a alguien a mi lado, sepa que con vosotros puedo contar no una, ni dos, sino mil veces. Por ello, os pido disculpas. Ya he hablado con vosotros, pero al igual que esta entrada fue el motivo de discordia, espero que con esto sea el motivo de concordia. No dudéis de algo en lo que yo no tengo la más mínima duda.


Estos últimos días he tenido muy presente el concepto de la amistad. Entre unas cosas y otras he ido observando con mayor o menor asombro como la gente tiene visiones muy distorsionadas del asunto. Gente que te considera su amiga, pero que luego no echa un cable porque le da pereza, que ni siquiera responde a tus mensajes. De hecho, en un mismo grupo de amigos, podemos encontrar como entre ellos el sentido de la amistad varía enormemente, habiendo siempre conexiones más intensas con unos que con otros. Sin embargo, no venimos ahora a intentar definir el concepto de la amistad, pues cada uno tiene el suyo. Lo que sí quiero plasmar aquí son los, a mi juicio, tipos de amistad que veo que hay, o más bien, a qué llama la gente muchas veces "amistad".

Primero de todo quiero dejar claro qué es para mi la amistad. Un amigo es aquel que te llama en mitad de la noche cuando llevas unas cuantas horas durmiendo pidiendo ayuda o pasar la noche y sólo puedes decir "vente". Un amigo es aquel que al que puedes decirle claramente todo lo bueno y malo que tiene sin necesidad de que el asunto acabe en bronca. Un amigo es quien tienes a tu lado para los "vámonos de fiesta" o "acompáñame de compras", pero que tampoco te deja atrás cuando aparecen los "me está engañando" o "me han despedido". Un amigo es quien te sabe muy bien cómo eres y aún con eso te defiende, te entiende y te aconseja. Pero a mi modo de ver, lo más importante que puedes encontrar en la amistad es una cosa: la ausencia de PREJUICIOS. Porque entre amigos no hay intención de demostrar nada. Porque entre amigos puede haber cosas que gusten más o menos, pero nunca por ello les juzgaremos. Porque cuando la pareja se fue, cuando la familia no te habla, cuando no hay trabajo, siempre hay ése amigo a quien recurrir y que sabes no te pondrá mala cara. Pueden pasar los días, los meses, incluso los años, pero los amigos de verdad son aquellos que no necesitan actualización diaria de los quehaceres de tu vida. Son aquellos con quienes al hablar, el tiempo no ha pasado y el vínculo sigue igual de fuerte que la última vez.

Hecha esta pequeña aclaración que yo tengo sobre la amistad, paso ahora a hablar de aquellas relaciones a las que la gente llama amistad y que para mi no lo son:

- Los "amigos" de juerga. Dícese de aquellas personas con las que uno comparte horas y horas de bailes, bebida y mucha música (de las cuáles es probable que no recordemos ni la mitad) y con los que sentimos una conexión especial para llevarnos siempre bien y reirnos por cualquier ocurrencia que tengan. No nos engañemos. El alcohol y demás psicotrópicos tienen mucho que ver en estos casos. Cuando sólo coincides con estos "amigos" de noche y con más de 0,25 de alcohol en sangre algo no cuadra. Prueba a imaginarte teniendo una conversación seria con ellos y, si el único lugar en el que se te ocurre esa charla es en una discoteca...NEXT!

- Los "amigos" de clase. En este caso, la confusión puede ser grande si el "amigo" en cuestión forma parte de tu círculo cerrado de amigos en clase. Se caracterizan por tener siempre una sonrisa en la cara cuando te saludan y te hablan, pero también por empezar conversaciones por "te importaría dejarme los apuntes de..." o "me dejas ver cómo has hecho el ejercicio...". Que no haya duda. Esto lo hacemos todos. La diferencia reside en que está gente apenas te ve fuera del ámbito de la universidad/colegio, pero sin embargo siempre parecen tratarte como si fueras el amigo más grande que han tenido nunca, con expresiones como "cómo te puedo querer tanto", "eres el mejor", "eres un amigo como pocos". Para detectarlos, basta con pensar cuánto sabes de su vida y cómo sería tomar un café con ellos a solas en la cafetería de la facultad. Si las respuestas son que sólo sabes lo que aparece en su ficha de estudiante y una reunión de autistas respectivamente, la respuesta está clara.

- Los "amigos" del curro. Son todos aquellos entes que durante tu horario laboral, siempre que os cruzáis o tenéis que compartir algún proyecto o tarea contigo te hacen un tercer grado en menos de 10 segundos, respondiendo a todo con exclamaciones exageradísimas como "qué genial", "hacía tiempo que no me reía tanto", "me alegro muchísimo por ti". Sin embargo, a la hora de la verdad, nunca tendrán el valor y la decencia suficientes para hablar contigo si hay algo mal en algo que hayas hecho (el valor lo reúnen para hablar con tu jefe a espaldas de ti) o para comentar aspectos tan IMPORTANTES en el ámbito de trabajo como tu orientación sexual, tus líos amorosos o tu aspecto físico. La falsedad se confunde muy mucho aquí con la cordialidad.

- Los "amigos" del Facebook. Suelen rondar en torno al 85% de tus contactos en la dicha red social. Se caracterizan por tener unas fotos de perfil despampanantes, tener más de 35 amigos en común contigo y tener gran parte del perfil privado. Además de esto, suelen ser ellos los que te mandan una "solicitud de amistad" (que cosa tan absurda por favor), pero luego te ven y no te dicen nada...hasta que te ven en el chat y te escriben "anda que saludas". Y aquí, antes que nadie diga nada, un servidor suele salir sin gafas. No por cuestión estética, sino más bien práctica, ya que no sería la primera que las rompo o extravío. Por tanto, no suelo ver ni tres en un burro.

Una vez aquí, sólo queda preguntarse: ¿cuántos de los que creo que son mis amigos en el fondo no forman parte de una de estas clasificaciones? Si sois sinceros con vosotros mismos descubriréis que más de uno se cayó de vuestro top 10 de la amistad (si es que llegáis a 10). A mi me ha pasado.
A seguir disfrutando de la semana y atentos al inicio de la campaña Help! en el blog de Abel Arana esta noche a partir de las 20:00. ¡GRACIAS A TODOS POR LA COLABORACIÓN AYER! ¡135 NUEVAS CARAS PARA LA MAREA HELP!

¡Viven en HD!



martes, 16 de noviembre de 2010

Nunca negativo, Siempre POSITIVO...Help!


Estamos ya cerca de la Semana Mundial en la lucha contra el SIDA, una de las más grandes lacras de nuestro tiempo. Del 29 de noviembre al 3 de diciembre, innumerables organizaciones a lo largo y ancho del globo pondrán un grito común en el cielo: JUNTOS PODEMOS. Cuando llegue el momento, Pintastik se vestirá para la ocasión de color rojo para apoyar el evento, así como informar de todo aquello relevante y que ocurra tanto a nivel mundial como aquí, en nuestra querida Madrid.

De una manera u otra, la lucha contra el SIDA es una lucha en la que todos podemos y debemos tomar parte. Porque la sociedad tiene que ser consciente de la realidad en torno a una enfermedad que mata a millones de personas en todo el mundo anualmente. Porque el SIDA mata personas, no orientaciones, razas religiones o ideologías, como desde algunos sectores de los más podridos e hipócritas de la sociedad nos intentan hacer ver. Porque no podemos tolerar que el miedo y el rechazo sea el argumento de propaganda de unos pocos. Porque somos el relevo generacional de otras muchas y anteriores generaciones que han superado épocas mucho más oscuras en la propagación y el contagio de una enfermedad, que a día de hoy, está mucho más bajo control que hace 30 años. Porque desde "Help, juntos sumamos un Apoyo Positivo" se quiere contribuir a la causa para conseguir que algún día, esta enfermedad forme parte del pasado. Porque ante estos obstáculos estamos todos, para aportar frescura, alegría y optimismo de cara al futuro.


Desde el blog de mi gran amigo Freddy Díez, ya se han explicado aquellas verdades y mentiras acerca del SIDA, además de dar un toque de atención a todos esos sectores de la sociedad que abogan por la indiferencia, e incluso el rechazo como argumento contra una enfermedad global. Por ello desde Pintastik, no queremos repetirnos y mucho menos después de las magníficas palabras del Método Freddy, pero sí queremos hablar de toda esa gente que está detrás de toda esta enorme ilusión y esfuerzo.

Es en momentos como éste cuando te das cuenta de que lo más grande de la gente no son los 4 adjetivos de moda que, más que definir personas parecen fabricar maniquíes. No, no. Las grandes personas son aquellas que aún con muy pocos recursos son capaces de aportar su granito de arena, o incluso carretillas enteras, pero con una dedicación y esfuerzo encomiables. Es aquí cuando todos debemos pararnos un momento y pensar que luchar por lo que queremos no significa ahorrar para un nuevo teléfono móvil, buscar el mejor viaje para nuestras vacaciones o comprarle el regalo perfecto a una persona a la que queremos impresionar.

Después de la primera sesión Friends Help, juntos sumamos un Apoyo Positivo, mañana día 17 de noviembre volverá a realizarse una nueva sesión que pretende aumentar la marea rojiblanca (y no presisamente colchonera) por todos los rincones de Facebook. Desde las 20 horas hasta las 22 horas del día 17 de noviembre se llevará a cabo en la calle Valverde 13, 3º una nueva tanda de fotos. Todos estáis invitados a formar parte de este proyecto. Con una camiseta blanca y unos minutos de vuestro tiempo podéis ayudar enormemente.

Como broche final, felicitar a Jorge,Agu y a todos los que forman parte de Apoyo Positivo-Help por el enorme esfuerzo y dedicación que están poniendo en este proyecto, pero especialmente por hacernos a todos partícipes de esa ilusión que transmiten. También agradecer a ese pedazo de artista que tengo como amigo, Rubén (Errebeene) que ha sabido plasmar en imágenes lo que creo que para mi es algo fundamental en la lucha contra el SIDA: la NATURALIDAD y la ALEGRÍA frente al rechazo y el miedo. Por último, a todos aquellos que como yo, apoyan la causa aportando su pequeña contribución, GRACIAS.

Y no os olvidéis, aún queda lo mejor: del 29 de noviembre al 3 de diciembre. ¡No faltéis!

Más información en:

¡Vive en HD y siempre POSITIVO!




lunes, 15 de noviembre de 2010

1+1= 1?? Relaciones siamesas.


Qué bonita es la vida cuando tenemos a nuestro lado alguien que nos quiere y que nos trata como a reyes. Qué bonito es despertarse a su lado, desayunar a su lado, comer a su lado, pasear a su lado, cenar a su lado, dormir a su lado. Qué bonito es saber que aún cuando no está a tu lado puedes hablar con él durante horas por teléfono. Qué bonito es...¡pero qué coño!


En este mundo, una de las cosas más gratificantes y placenteras que a uno le pueden ocurrir es enamorarse. Cuando alguien encuentra a esa persona que le hace tilín (y tolón), con la que está cómodo y a gusto y con la que siente que todo es más de color rosa que gris, parece que lo demás no importa. Los problemas desaparecen y las penas se las lleva el viento. Sin embargo, hay gente que junto a las penas tambíen deja que el viento se lleve también su familia, sus amigos, sus estudios...vamos, su vida. Estamos hablando del "siamesismo", es decir, el fenómeno social por el que dos personas encuentran el amor y, en consecuencia, pierden todo lo demás.


Hay que ser muy fuerte y tener una personalidad muy marcada para que esto no nos ocurra nunca. Por desgracia, la gran mayoría de seres humanos caemos, al menos una vez, en las redes de este complejo síndrome, y que se basa en la vida por y para el amado. Si bien es cierto que muchos después de tropezar una vez con la piedra decidimos esquivarla a la próxima, no lo es menos que otros muchos deciden ponerse cascos y rodilleras y tropezar una y otra vez.


El siamesismo es un síndrome que abunda por la comodidad que implica a los que lo padecen. Ambos miembros se encuentran en un limbo sentiMENTAL en el que las necesidades fisiológicas y sociales siguen siendo las mismas, a las que sólo le añaden el sufijo "-con mi chic@"; véase comer con mi chic@, dormir con mi chic@, estudiar con mi chic@, ir al cine con mi chic@, salir de fiesta con mi chic@, etcétera. Por tanto, si esto se cumple su vida goza de total sentido y todo lo que se salga de esa regla parece algo sobrenatural y extraño.


En la mente del siamesista, todo lo anterior al encuentro del otro va perdiendo importancia, cayendo en el pozo del olvido. Cada vez hay menos comidas familiares, menos visitas a la abuela o a los padres. Las noches de risas y fiesta con los amigos son cada vez algo más insólito y más aún si se acude a ellas en solitario. Sin embargo, un siamesista nunca te dirá lo que todo el mundo piensa. Lo negará en rotundo y sólo argumentará a su favor que les gusta pasar tiempo juntos. Eso sí, si en algún momento consigue volver ser momentáneamente un ser individual y hacer vida social como antaño, el síndrome cobrará un matiz de enfermedad: celos, desconfianza, llamadas cada hora, mensajes cada minuto, miradas al móvil cada segundo...


Siamesistas del mundo: los cuentos de hadas con finales llenos de felicidad y perdices no son carne del mundo real. En una gran mayoría de los casos el otro no acaba siendo el único en la vida de la gente. Las crisis llegan, los problemas aparecen y la monotonía aumenta. Es entonces cuando un siamesista abre los ojos y descubre horrorizado que el velcro que les unía se ha convertido en pegamento industrial y que la separación les puede llevar mucho dolor y sufrimiento. Y lo peor de todo: en solitario. A pesar de tener la sensación de que el tiempo se había detenido, observa con asombro que la vida ha seguido su curso, que su vida también ha seguido curso (a esta etapa siamesista más se le podría llamar simbiosis que vida). Tus amigos ya no son tan amigos. La indeferencia es la base de vuestra relación y la cordialidad y la frialdad es lo que predomina ahora. La familia sigue ahí, pero el dolor está presente y las minucias acaban por sacar a la luz la falta de compromiso del siamesista para con los suyos. En definitiva,cuando un siamesista deja de serlo, su vida ha perdido el sentido sin el otro. O mejor dicho, su vida ha perdido el sentido CON el otro.


Que no cunda el pánico. De los errores se aprende y la vida está precisamente para aprender, pero también para aplicar lo aprendido. Las relaciones siamesas (también llamadas posesivas o enfermizas) pasan al menos una vez por nuestra vida. Es a raíz de ellas cuando tenemos que actuar en consecuencia.


No hay nada más bonito en esta vida que enamorarse y estar junto a alguien a quien quieres y que te quiere, pero sí que hay cosas igual de bonitas en esta vida y que muchas veces las dejamos en segundo plano como disfrutar de una familia que te quiere y te apoya hagas lo que hagas y seas como seas, saber que tienes a tu lado unos amigos que también te quieren tanto en las noches de locura como en las mañanas de amargura y ralladura, o simplemente contar con el apoyo de ti mismo en aquellos momentos en los que sólo tú mismo puedes entenderte. No debemos subordinar nuestra vida a nuestra relación, sino que nuestra relación tiene que ser la que se subordine a nuestra vida, a nuestras necesidades y obligaciones, a nuestros sentimientos. Que nos haga sentir único no significa que seamos el único.


Vivir es crecer al lado de tu familia, amigos, pareja y saber que cada elemento forma parte de un todo que te enriquece día a día y te ayuda a ver el mundo con perspectiva. Vivir es compartir experiencias y pensamientos con tu gente, sabiendo que a veces estaréis de acuerdo y muchas en desacuerdo, pero que seguiréis decidiendo compartir momentos juntos para tener un pasado al que sonreir desde el futuro. Por ello, cuando vivimos en función única y absoluta de una relación, dejamos de vivir y pasamos a sobrevivir.


¡Vive en HD!

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Caperucita 2.0


Quince palabras. Quince minutos. Una historia. Aquí os dejo un pequeño relato que tuve que narrar hace unos días en clase, partiendo de una lista de palabras (todas empezando por la misma letra) que un compañero escribió al azar. El resultado: Caperucita 2.0. A ver si adivináis qué letra es.



Un reloj destartalado con el escudo del equipo comarcal marcaba las 2 de la madrugada. Sólo quedaban dos jóvenes celebrando a base de vodka la promoción en el trabajo de uno de ellos."No hay mejor forma de celebrar un ascenso que acabar arrastrándote por el suelo" pensó el Lobo Feroz, si bien de Feroz le quedaba bien poco.

Era martes y el Pub Lombarda, situado en la linde del bosque, era el único lugar abierto en kilómetros a la redonda. Una botella de tequila a medio vaciar era la prueba del "buen día" que Lobo había pasado. Ni la lubina al horno que había tomado hace ya unas cuantas horas podía alejar de su cabeza el único pensamiento que le atormentaba desde hace semanas: Caperucita ya no le quería. No respondía a sus llamadas; tampoco lo hacía a sus mensajes, ni siquiera en Facebook. Sin embargo, lo peor de toda aquella situación no era la indiferencia o la frialdad de la joven Caperucita. No. La razón de su sufrimiento, la razón por la que todo se había truncado tenía nombre y apellidos...bueno, sólo nombre: La Abuelita.

Una víbora con pelo canoso, una arpía con dentadura postiza, la Abuelita de Caperucita era quien había conseguido que el mundo creyera su historia. Pocos quedaban ya que creyeran la verdad acerca de la relación entre Caperucita y el Lobo: un tórrido romance veraniego. Muchos pensaréis, "¿cómo nunca nadie ha sabido de ese amor prohibido? ". La respuesta es bien sencilla. Aquel cuento que todos recordamos sobre Caperucita Roja no es más que eso, un cuento. Mentiras encadenadas una tras otra, obra de la malvada Abuelita. Una biografía no autorizada que logró encandilar al público, pero que a su vez consiguió poner fin a una relación nunca aprobada por la octogenaria.

Los paseos junto al río en su Harley, la bajada por aguas bravas, las bromas a los leñadores o los picnic a la luz de la luna parecían sueños ya en la mente de Lobo. Todo el mundo le tenía ya por el Feroz y desgraciado ser que consiguió engatusar a una incocente muchacha para llevarla al catre. Casi nadie creía ya que, aquel día por el caminito del bosque, era amor lo que surgió entre ellos. Amor y nada más. Por desgracia para Lobo, ahora todo el mundo podía leer (y creer) que él era culpable de acoso a la joven de la caperuza roja.

Un mes había pasado desde la publicación del libro y ya nadie rompía una lanza a favor de Lobo. Sometida a la presión social y de los medios, Caperucita echó de su casa y de su vida al joven can, el cual tuvo que comenzar a labrarse un futuro de nuevo fabricando lapiceros en un taller chino en Murcia. Del amplio y diáfano loft que compartían desde hace 3 meses pasó a un colchón mohoso en una habitación compartida con otras cinco pobres criaturas.

Ríos de tinta y veneno han corrido en el último mes en toda la prensa, no importa el color de la misma. En tan poco tiempo, el amor se había convertido en odio. La pasión desbocada entre Caperucita y el Lobo había dado paso a una ira descontrolada, fruto de la juventud de ambos, pero también de los medios de comunicación y, sobre todo, de la manipulación de una amargada y frígida abuela a quien las malas lenguas atribuían un antiguo romance con el abuelo de cierto lupus "feroz"...¿casualidad?


En esta sociedad tan mediatizada, hay dos tipos de personas: las que creen y las que piensan. Ahora os toca a vosotros decidir qué preferís, que el Lobo os muerda o que la Abuelita os haga pastitas y té. ;)


¡Vive en HD!



lunes, 8 de noviembre de 2010

Actualizo, luego existo


Año 2000. El efecto del mismo nombre no ha destruido el planeta. El miedo a una posible caída global de toda base de datos, sistemas interconectados y cualquier tipo de cachibache electrónico (para los más exquisitos diremos gadgets) ha sido superado. Parece que la fugaz desconfianza en todo lo que estuviera creado en código binario (para los menos entendidos, aquellas tiras interminables de unos y ceros que salen en los ordenadores de todo hacker hollywoodiense que se precie) se ha esfumado. La industria comandada por los magnates de Sillicon Valley y el Imperio del Sol Naciente respira de nuevo. Se atisba un nuevo horizonte que, seguramente, ninguno de ellos podría llegar a imaginar.

Ha pasado una década. El año 2010 toca a su fin. Las pantallas ya no sirven para ver; ahora se usan para tocar. Las videoconsolas ya no usan mandos; se sirven de las manos. Todo, hasta la nevera, está conectado a Internet. En toda esta vorágine electrónica, si tuviéramos que pensar (ejercicio difícil en día festivo, lo sé) en aquello que más está cambiando nuestros hábitos, seguramente todos coincidiríamos en dos conceptos: redes sociales y teléfonos inteligentes (para los mas frikis, smartphones). La hora de la manzana, la mora y el caralibro ha llegado.

Incluso a un servidor, con tan sólo 22 primaveras, le parece increíble cómo hemos cambiado con la llegada a nuestras vidas de herramientas como Facebook o iPhone. La pregunta está en boca de todos: "¿Cuál es la razón de su éxito?". Eruditos de todo el mundo en el campo de la sociología, la antropología o la psicología podrán aludir a cantidades inmensas de variables socioculturales. Sin embargo, desde mi punto de vista, la respuesta es bien sencilla: somos rematadamente VAGOS. Nos encanta que nos lo sirvan todo bien masticado y sin grumos.

Vale sí, son herramientas que nos ahorran mucho tiempo. Y sí, también nos ahorran mucho dinero. Pero también es cierto que hoy por hoy, las reuniones con amigos no son más que puestas en común de las actualizaciones de estado de fulanito, las nuevas fotos de menganito, de los "espera que me están escribiendo por el Whatsapp" y los "espera que le hago una foto y la subo". Todo esto resulta muy útil, nos mantiene "conectados" a nuestros más allegados y nos hace sentirnos dentro de un todo social, que al final no resulta ser más que pura fantasía. Me explico.

Las redes sociales, unidas a todo smartphone que las tenga integradas para poder usarlas desde cualquier parte, nos han facilitado cosas tan esenciales como conocer gente, mantenernos en contacto con otros a los que no vemos tan a menudo e incluso la ardua tarea de cotillear al amigo traidor, al chulaco de turno, etc. resulta mucho más sencilla a través de ellas. Por desgracia, hay otras muchas situaciones que parecemos estar dejando en el olvido. La gente cada vez más, debate asuntos importantes en hilos de mensaje o chats (rupturas, peleas, reconciliaciones, rumores), escoge sus amistades por su foto principal o por sus amigos en común (¡cuánto engaño hay en ellas por cierto!) y demás mamarrachadas -adoro esta palabra- al uso. El problema de todo esto llega después, cuando nos encontramos en la vida real con momentos incómodos del tipo "a ese le tengo en el Facebook, pero no le saludo que no he hablado con él nunca" o el consabido "¡vaya! qué de milagros hace el Photoshop..."

Quien más y quien menos, TODOS hacemos uso de las bondades y maldades que tienen las redes sociales. Ya no es nada raro que tus padres intenten agregarte como amigo, que tus jefes indaguen en tu vida a través de tus fotos y comentarios, que te comuniques con tus compañeros de trabajo vía chat, etc., pero también ésta revolución por lo social da lugar a situaciones dignas del humor más absurdo de Miguel Mihura y su Tres sombreros de copa. ¿O no es de risa que retransmitamos un pedo por Facebook y al minuto tengamos 30 comentarios? Eso sí, una cosa está clara: el sexo y la escatología venden. Las dos cosas juntas tengo mis dudas.

La entrada de hoy podría ser perfectamente autobiográfica (Érase un hombre a una Blackberry pegado me llaman), pero ha venido a raíz de ver a dos mozalbetes en la cafetería de mi facultad, un antro digno de una futura entrada en este blog, estar sentados a la misma mesa sin mirarse, con la atención fija en sus teléfonos móviles, y lo peor de todo...¡HABLANDO ENTRE ELLOS!

Todo cambia muy deprisa y nadie puede decir cómo nos relacionaremos de aquí a 10 años. Sólo espero que los "Me gustas" tras una tarde de cine y parque no se sustituyan por clikear "Me gustas" en Facebook, ni las partidas de Tabú o Trivial por las de Farmville u Online Poker. En definitiva, que si la humanidad está condenada a vivir como los obesos habitantes de aquella nave intergaláctica en Wall-e, prefiero ser el robot de ojos saltones que los mira con asombro.

Feliz día y un beso a todos. ¡Vive en HD!

viernes, 5 de noviembre de 2010

¡Vive en HD!

El otro día decidí colgar uno de mis muchos trabajitos diarios para clase en este blog. En él, sólo intentaba explicar las sensaciones que una ciudad como Madrid, mi casa, me transmite a diario. Fue entonces cuando me di cuenta de un gran fallo: no explicar el por qué de este blog. Por ello, la entrada de hoy va dedicada a explicar qué es eso de "La vida en HD se disfruta más".


Todo comenzó poco antes de verano, cuando mi padre, un friqui tecnológico, decidió traer a casa el decodificador iPlus, un aparato que permitía ver canales en Alta Definición, amén de otras muchas cosas, algunas útiles, muchas absurdas. Un servidor, para qué negarlo, estaba entusiasmado por una simple razón: iba a disfrutar del Mundial de fútbol por primera vez a 720p (uno de los formatos HD que traen los televisores de ahora). Sin embargo, al encender por primera vez el Canal+ HD, comprendí de qué iba todo aquello: la realidad a través de una ventana.


La Alta Definición tiene la función de mejorar la calidad de imagen de nuestros televisores, hasta equipararlos casi hasta nuestros propios ojos. No se trata sólo de poner más píxeles allí o acá, se trata de que nos sintamos como si nos sentáramos delante de una ventana en una café a ver la vida pasar. Más color, más viveza, más nitidez, todo más y mejor para tener una experiencia como la que nosotros tenemos a diario. Esta es la esencia de nuestro día a día: ser conscientes de la grandeza de lo cotidiano.


Un mes más tarde de mi "revelación", España ganaba el Mundial y yo publicaba mi primera entrada en este blog en honor a ese hecho, olvidándome de dar sentido a mi propio blog, pero como pasa muchas veces, lo cotidiano escapa a nuestra percepción sin que le demos mayor importancia. Ahí reside el sentido de mi blog. Quiero ser la Alta Definición para todo aquel que se detenga a leer estas líneas. Quiero ser aquel que hable de las pequeñeces que nos ocurren día a día, de los matices y detalles que nos rodean a todas horas, intentando darle un puntito profundo, pero también canalla y frívolo. Porque no me di cuenta de la de detalles que me perdía hasta que la Alta Definición llegó a mi salón, ¡viva el HD!


Pintastik se compromete a amenizaros las mañanas de atascos en la M-30, en el Paseo de la Castellana, en el Metro (por que sí, en el metro también hay atascos), las tardes de sobremesas petardas entre Sálvames y Sé lo que hicistéises y las noches en las que los conjuntos venusianos de la Milá son lo único interesante en la parrilla televisiva junto a una panda de estiradas que se jactan de tener mucha pasta (y mucho botox)


Con más juventud e ingenuidad que experiencia, Hoy podemos decir que Pintastik reabre sus puertas como debe ser. ¡Vive en HD!





P.D.: Antes de que se me olvide, estoy en proceso de creación de otro blog acerca de Madrid y sus entresijos, el Madrid que los gatos conocemos´. La entrada anterior sirve como adelanto. Dentro de muy poco podréis disfrutarlo. Nos vemos.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Pedazo de la España en que nací...


¡Qué frío hace esta mañana! Estamos ya en pleno “otoñoinvierno” (esto del cambio climático nos está volviendo locos) y las primeras horas de cada día son un gélido despertar. El clima de Madrid es seco, por lo que el frío es muy intenso cuando las temperaturas bajan, pero es más llevadero cuando a lo largo del día suben y brilla el sol. Sin embargo, da igual donde te encuentres, madrugar es siempre algo tedioso y duro. Las luces de las calles aún brillan mientras el sol se va desperezando y poco a poco comienza a salir. En esa penumbra en la que ni es de día ni de noche, es en la que nos despertamos, sin saber exactamente qué hora es aunque miremos el reloj repetidas veces. Sin embargo, la magia de esta ciudad te envuelve en cuanto pisas la calle.

Enfundado en mi cazadora verde militar y la bufanda de punto, salgo a la calle con las farolas aún trabajando sus últimos minutos. Me pongo a andar con la música encendida y las manos en los bolsillo, así el frío se hace menos intenso. Es entonces cuando ocurre. De repente, las farolas se apagan al unísono, dejándote por unas milésimas de segundo en la penumbra, y al levantar la vista…voilà! Un manto rosa brillante cubre todo el cielo que consigues ver entre los edificios, iluminándose poco a poco y dando paso a un amanecer entusiasta. De esta forma, el frío desaparece y sólo te queda pensar en que, por qué no, hoy puede ser un gran día.

Madrid tiene esa cualidad sobre mucha gente. Acostumbrado como estoy al ajetreo diario de esta ciudad, a mí sin embargo, me produce una sensación de calma en movimiento que consigue relajarme. Es el dinamismo de esta ciudad el que me atrapa, el que me hace sentir con ganas de hacer montones de cosas. Así, poco a poco, el duro despertar de hace una hora se va convirtiendo en una mañana llena de posibilidades. Me meto en el metro con dirección a Ciudad Universitaria. Hoy voy bien de tiempo, así que aprovecharé para ponerme al día con unos libros de la biblioteca que necesito. Al dirigirme hacia el andén, me cruzo con un joven. Su cara me resulta familiar, hasta que descubro que se trata del chico que estaba sentado junto a mí en la cafetería en la que estaba desayunando media hora antes. Lleva una maleta repleta de pegatinas y tiene cara de perdido. Me pregunta si hablo inglés y le contesto que sí. Aliviado, me pregunta cuál es la mejor forma para llegar al aeropuerto, con lo que le explico cuál es la ruta que yo sigo cuando soy yo el que se va de Madrid, además de otras posibilidades para que él elija. Me mira sonriente y me da las gracias y me dice que aún tiene tiempo para tomar un café y que si quiero acompañarle. Acepto la invitación y nos dirigimos a un bar conocido en el que los taxistas se reúnen para dar habida cuenta de sus desayunos después de una noche más o menos movidita.

Se llama Clemens y vive en Rouen, al norte de Francia. Lleva aquí una semana y hoy es el día de su vuelta. Dice que espera volver pronto por aquí, ya que ha hecho muchos amigos en la ciudad y que sabe que aún le queda mucho por ver. Le contesto que lo mejor que tiene Madrid es lo que no se ve en las guías, lo que la gente de aquí (gatos, como yo) puede enseñarle en las callejuelas o rincones más recónditos y que si vuelve no tendré ningún problema en hacerle una visita por ellos. El tiempo ya se me echa encima así que, recordándole los caminos para llegar al aeropuerto, me vuelvo a meter en el metro para llegar a la facultad a tiempo.

Una vez en clase, me pongo a pensar en la pregunta que muchas veces me hago y no sé contestarme: ¿qué significa Madrid para mí? Supongo que es una de esas cosas de las que no te das cuenta hasta que la pierdes. Sin embargo, sí hay cosas que sé responder. Madrid es mi casa, el lugar donde he crecido y donde me siento como pez en el agua. Madrid me da confianza y a la vez me otorga la tranquilidad de saberme en un sitio conocido, pero a la vez me sorprende con esos cambios continuos (unos más importantes que otros) que se dan en ella día a día y que en cierto modo me motivan y me hacen crecer y madurar junto a ella. Madrid me hace creer en la gente, me hace creer en lo posible que es que mundos tan opuestos vayan de la mano, al menos en una convivencia pacífica. Madrid es el Parque del Oeste en verano. Es la Gran Vía y su fauna a cualquier hora del día. Es el atardecer en el Templo de Debod. Es la tapa de turno en la plaza 2 de Mayo. Es el domingo tirado en Olavide subsistiendo a base de ensalada y tortilla de patata. Es estar tomando un café con un francés al que acabas de conocer en una cafetería donde todo se pide a grito pelado a la cocina. Madrid es una ciudad que ha sabido mantenerse a flote durante muchos años a la sombra del olimpismo de Barcelona, manteniendo su estilo con el paso de los años. Siendo la capital se ha tenido que conformar con ser la segunda ciudad de España para el mundo. Sin embargo, eso está cambiando. Cada día que pasa, Madrid se vuelve un poco más internacional, un poco más cosmopolita, y lo hace sin perder un ápice de su esencia, sin dejar atrás las señas de identidad con las que yo he crecido y convivido en mis 22 años de existencia. Porque si algo tiene Madrid es eso, identidad. Madrid crece y evoluciona, pero lo hace al ritmo de sus ciudadanos, de la gente que la bebe todos los días, y no imponiendo su marcha. No cabe duda de que Madrid es Madrid, no sólo por sus bulevares, parques, museos o monumentos, sino que Madrid es Madrid por su gente, por los madrileños de nacimiento y por los de espíritu. Por esto, siempre que pienso en Madrid, se me viene a la cabeza lo universalmente castiza que es.