Quince palabras. Quince minutos. Una historia. Aquí os dejo un pequeño relato que tuve que narrar hace unos días en clase, partiendo de una lista de palabras (todas empezando por la misma letra) que un compañero escribió al azar. El resultado: Caperucita 2.0. A ver si adivináis qué letra es.
Un reloj destartalado con el escudo del equipo comarcal marcaba las 2 de la madrugada. Sólo quedaban dos jóvenes celebrando a base de vodka la promoción en el trabajo de uno de ellos."No hay mejor forma de celebrar un ascenso que acabar arrastrándote por el suelo" pensó el Lobo Feroz, si bien de Feroz le quedaba bien poco.
Era martes y el Pub Lombarda, situado en la linde del bosque, era el único lugar abierto en kilómetros a la redonda. Una botella de tequila a medio vaciar era la prueba del "buen día" que Lobo había pasado. Ni la lubina al horno que había tomado hace ya unas cuantas horas podía alejar de su cabeza el único pensamiento que le atormentaba desde hace semanas: Caperucita ya no le quería. No respondía a sus llamadas; tampoco lo hacía a sus mensajes, ni siquiera en Facebook. Sin embargo, lo peor de toda aquella situación no era la indiferencia o la frialdad de la joven Caperucita. No. La razón de su sufrimiento, la razón por la que todo se había truncado tenía nombre y apellidos...bueno, sólo nombre: La Abuelita.
Una víbora con pelo canoso, una arpía con dentadura postiza, la Abuelita de Caperucita era quien había conseguido que el mundo creyera su historia. Pocos quedaban ya que creyeran la verdad acerca de la relación entre Caperucita y el Lobo: un tórrido romance veraniego. Muchos pensaréis, "¿cómo nunca nadie ha sabido de ese amor prohibido? ". La respuesta es bien sencilla. Aquel cuento que todos recordamos sobre Caperucita Roja no es más que eso, un cuento. Mentiras encadenadas una tras otra, obra de la malvada Abuelita. Una biografía no autorizada que logró encandilar al público, pero que a su vez consiguió poner fin a una relación nunca aprobada por la octogenaria.
Los paseos junto al río en su Harley, la bajada por aguas bravas, las bromas a los leñadores o los picnic a la luz de la luna parecían sueños ya en la mente de Lobo. Todo el mundo le tenía ya por el Feroz y desgraciado ser que consiguió engatusar a una incocente muchacha para llevarla al catre. Casi nadie creía ya que, aquel día por el caminito del bosque, era amor lo que surgió entre ellos. Amor y nada más. Por desgracia para Lobo, ahora todo el mundo podía leer (y creer) que él era culpable de acoso a la joven de la caperuza roja.
Un mes había pasado desde la publicación del libro y ya nadie rompía una lanza a favor de Lobo. Sometida a la presión social y de los medios, Caperucita echó de su casa y de su vida al joven can, el cual tuvo que comenzar a labrarse un futuro de nuevo fabricando lapiceros en un taller chino en Murcia. Del amplio y diáfano loft que compartían desde hace 3 meses pasó a un colchón mohoso en una habitación compartida con otras cinco pobres criaturas.
Ríos de tinta y veneno han corrido en el último mes en toda la prensa, no importa el color de la misma. En tan poco tiempo, el amor se había convertido en odio. La pasión desbocada entre Caperucita y el Lobo había dado paso a una ira descontrolada, fruto de la juventud de ambos, pero también de los medios de comunicación y, sobre todo, de la manipulación de una amargada y frígida abuela a quien las malas lenguas atribuían un antiguo romance con el abuelo de cierto lupus "feroz"...¿casualidad?
En esta sociedad tan mediatizada, hay dos tipos de personas: las que creen y las que piensan. Ahora os toca a vosotros decidir qué preferís, que el Lobo os muerda o que la Abuelita os haga pastitas y té. ;)
¡Vive en HD!
Eso lo vi en Salvame Bosque la semana pasada. karmele desvelo a la abuela!
ResponderEliminarera la letra l? tanta lubina, lobo, loft y Lombarda como nombre de club me hacen sospechar....
ResponderEliminarPremio para la joven reportera!! jijiji
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