martes, 26 de julio de 2011

¿Cómo es posible?

OsLove. A veces la maldad de unos pocos puede mover a cientos de miles. 


Hoy me voy a la cama triste. No entiendo por qué, pero el mundo parece empeñado en mostrarnos en los últimos días la peor cara de la naturaleza humana. Una tragedia tras otra, la pregunta que me viene a la cabeza constantemente es la misma: ¿Cómo es posible? El ser humano puede ser extraordinario, pero a veces también puede ser aterrador


¿Cómo es posible que una de las mejores voces que ha dado la música en los últimos años haya muerto tras una vida marcada por el dolor, el sufrimiento, pero sobre todo la fragilidad, y sin embargo, haya gente que aún pueda decir tranquilamente y con la cabeza bien alta que "se lo estaba buscando" o "le está bien empleado"? No logro a adivinar el motivo por el que una persona pueda hayar tanta tranquilidad en sus palabras a la hora de hablar de una muerte así. La vida no es fácil para nadie, pero no todos tenemos la misma entereza ni soportamos el mismo peso, y sólo está en manos de lo que para muchos es un ser divino, para otros el destino, el saber qué camino nos llevará a tomar nuestro dubitativo paso por la vida. Y en ese andar, no siempre tenemos el control, y no siempre somos libres, aunque muchas veces nos guste pensar que así es. Porque señoras y señores, somos seres racionales hasta que nos volvemos esclavos de nuestros sentimientos, y eso por desgracia, sucede casi tan a menudo como respiramos. Sólo espero que al menos desde donde esté, su voz no deje nunca de transmitir ese torrente de sensaciones que había sido su vida.


¿Cómo es posible que un grupo de jóvenes inocentes hayan sido el objetivo de un asesino que buscaba restablecer el orden en su país mediante la muerte a sangre fría de más de 75 vidas? Es difícil entender cómo una persona puede mantener durante tanto tiempo el gatillo apretado para arrebatar las ilusiones y el futuro a tantas vidas. Pero más difícil aún es poder entender cómo a veces la Justicia es incapaz de encontrar el sosiego a las voces de toda una sociedad que clama venganza contra aquel que ha desestabilizado el núcleo de la tranquilidad y civismo noruego. Por desgracia, un arma ha sido el causante de tanto dolor. Una sóla arma ha sido capaz de provocar el dolor eterno a 76 familias y movilizar a cientos de miles de noruegos. Desafortunadamente, gran parte de ésa misma población sólo encuentra en otro arma la capacidad para saciar sus más profundos deseos, haciéndome pensar si es nuestra naturaleza humana verdadera algo tan malvado y fruto de tanta crueldad como habita en este mundo. Muchos hablaran de la falta de arrepentimiento, yo les digo que todos, tarde o temprano, acabamos cayendo ante la pesadumbre de nuestros actos, y es en ese momento, más o menos cerca de nuestro final, cuando entonces nuestra vida aparece ante nosotros como un verdadero infierno, y eso no hay muerte que logre apaciguarlo.


¿Cómo es posible que la línea que separa lo bueno de lo malo sea tan delgada y se pueda cruzar con tan poco esfuerzo? ¿Cómo es posible que los que están llamados a protegernos, sean los mismos de los que tengamos que ser protegidos? De nuevo, un arma es la causante de tanto dolor, un arma es la culpable de que otra vida haya sido sesgada de golpe, a manos de un actor de la ley. Aquí la frustración es el sentimiento que más me invade, pensando en lo absurdo de la burocracia y la facilidad que se tiene hoy en día para complicar las cosas. Es nuestra naturaleza social la que nos lleva a creer siempre en lo bueno de la gente, pero debería ser nuestra naturaleza lógica la que nos hiciera exigir unos controles mucho más férreos a la hora de otorgar la capacidad de matar a nuestros semejantes. Tan sencillo evitar estas cosas y tan difícil (mas bien imposible) el poder arreglarlas una vez ocurridas, que la falta de acción a veces debería ser igual al delito en sí. Y de delito también es la superficialidad con la que muchos tratan estas cosas, mostrando poco más corazón que el propio asesino, pero durmiendo con la conciencia (o más bien la falta de ella) bien tranquila.


Este mundo asusta y a veces resulta complicado encontrar un sitio entre tanta crueldad. Al menos sólo queda pensar que las rosas crecen recubiertas de espinas y que si las cuidas y riegas adecuadamente, pueden eclipsar todo lo demás.

Es díficil, pero hoy más que nunca ¡VIVE EN HD!

jueves, 26 de mayo de 2011

Un sueño por cumplir y una pesadilla que lo impide.


No hay capítulo de esta fantástica serie que haga retractarme de mis ideas respecto a los verdaderos valores de una familia.



Pocos sueños duran toda la vida. Muy pocos. De hecho, los sueños de verdad sólo se persiguen y se viven despierto, ya que todo lo demás es fantasía producto de nuestro subconsciente onírico. Pocos sueños de verdad tenemos en nuestra vida. Yo diría incluso que sólo uno. Quizás dos. Incluso tres, pero no más. Los sueños son el motor de nuestro fuero interno, muchas veces sin ser nosotros mismos conscientes de la inmensa fuerza que guardan y que hacen movernos día a día. Todo el mundo, hasta el más frío, calculador y racional de los seres guarda un pequeño ápice de soñador que le hace ilusionarse y levantarse cuando no tiene ganas de seguir adelante. 


Puedo decir que he tenido una infancia feliz. Al margen de la separación de mis padres, del haber vivido discusiones, peleas, estar en medio de ellas y demás, mi infancia ha sido muy buena. Recuerdo la cara de lelo cuando llegaban los reyes y mis padres estaban despiertos antes que nosotros para que fuéramos a ver todo lo que nos habían traído. Recuerdo las peleas con mi hermana en el pueblo con mangueras, tijeras de podar, vacas y gallinas de por medio. También no puedo olvidarme de las comidas familiares de verano, cuando nos juntábamos todos en la playa o en la sierra y disfrutábamos de tortilla, filetes empanados y ensalada mientras mi madre y yo las pasábamos putas con la alergia. Los baños en la playa  con tiempo de tormenta, las subidas al monte para ver las lluvias de estrellas a las 4 de la mañana...

No hemos sido una familia típica, de esa que rezan los cánones del más puro conservadurismo. Sin embargo, a pesar de todo, siempre hemos estado ahí los unos para los otros, siempre me he sentido querido, siempre me he sentido apoyado, siempre me he sentido parte de algo que sé que va a estar ahí siempre. Creo que esa es la verdadera base de la familia. El número y el género de sus miembros es algo completamente secundario Lo que de verdad importa es el saber que hagas lo que hagas, te pase lo que te pase, y vivas donde vivas, siempre tienes alguien a quien llamar hogar, alguien a quien llamar familia.

Estoy orgulloso de ser un Pin. Estoy orgulloso de ser un Hurtado. Estoy orgulloso de tener los padres que tengo. Da igual las muchas broncas y roces que hayamos tenido, somos familia y eso está por encima de todo. 

Volviendo a los sueños, yo tengo dos. Uno de ellos nunca lo podré cumplir (quien me conozca bien sabe cuál es). El otro, no sé si podré hacerlo cuando esté listo. Hace dos años, el señor Mariano Rajoy declaró abiertamente a la edición digital del diario gratuito 20 Minutos, al ser preguntado si respetaría el derecho de adopción que se reconoce a las parejas homosexuales, respondió que no estaba "de acuerdo" y que "lo cambiaría, les quitaría el derecho". Hoy por hoy su partido político es el absoluto vencedor de las Elecciones Municipales y Autonómicas, y dentro de menos de un año su partido político, presumiblemente, será el absoluto vencedor de las Elecciones Generales, siendo él nombrado Presidente del Gobierno. 

Legado. Ése es mi sueño. Continuar con ésa familia de la que me siento orgulloso y que pueda tener hijos que crezcan en un ambiente de amor y cariño como en el que yo lo hice. Que niños que hayan perdido esa primera oportunidad puedan tener una segunda y siempre tengan esa sensación de unidad, de ser alguien. Sin embargo, el señor Mariano Rajoy no opina lo mismo, y cree que mi sueño está por debajo de sus principios, y que más vale un niño en un orfanato que con una pareja que le quiera, le cuide y le eduque, aunque sean un par  de maricones. 

Una familia se define por la unión de sus miembros, no por el género de los mismos. 

¡Vive en HD!




jueves, 17 de febrero de 2011

Relatividad emocional. Cuando lejos es cerca. Cuando el riesgo es seguridad.



Estos días no paro de pensar en lo relativo que es todo. A veces no nos damos cuenta, y sin embargo nos empeñamos en colocar nuestros propios obstáculos, observando luego sorprendidos la herida después de haber tropezado. Y es que, para todos aquellos que muchos no lo sepan, somos a veces nuestro peor enemigo en este camino que llamamos nuestra vida.

Ahora mismo estaréis más perdidos que Britney Spears en un FreshCo. Tranquilos, todo tiene una explicación. Mi blog de hoy trata sobre la relatividad. No sobre aquella teoría que formuló Einstein a principios del siglo pasado (cuyo manuscrito original fue publicado, inexplicablemente, hace apenas un año), sino sobre la aplicación a nuestras mundanas y sencillas vidas de barrio (de barrio fino, de estos con graffitis a color) de la teoría de ese bonachón de pelo alborotado y bigote poblado.

Para los que no la tengan fresca, entre los que me incluyo, los básico de la teoría viene a decir que la percepción del espacio y el tiempo depende del estado de movimiento del observador o es relativa al observador. En otras palabras, que aunque nos movamos en función de las mismas leyes de la física, la percepción de nuestros movimientos varían en función de la posición de quienes los observan. ¿Qué quiero decir con esto? Que la vida no es blanco y negro, sino millones de grises.

Un día podemos levantarnos pensando que nunca haríamos una u otra cosa, y al día siguiente estar haciéndola sin ningún problema. Esto no significa que seamos incoherentes con nosotros mismos. Esto sólo quiere decir que la vida esta para contradecirse, para cambiar de idea, para opinar bien de la Esteban y al día siguiente odiarla. Si todo fuera monótono y siempre pensáramos los mismo, el aburrimiento sería la tónica general de nuestro día a día. Las ideas claras no tienen por qué ser ideas eternas. Saber lo que quieres hacer con tu vida no quita que puedas modificar el cómo quieres hacerlo. Todos los caminos llevan a Roma, y en nuestra mano está el poder elegir cuál nos aporta más, incluso cambiarnos de carril en marcha.

Las locuras a veces son las que marcan nuestro sino. Vivir la vida en función de nuestro sentido común vuelve nuestras vidas en vidas comunes. El tiempo y el espacio son algo relativo. Para una persona pueden suponer un obstáculo, para otra un aliciente. La cercanía física no implica siempre cercanía emocional y viceversa, el estar lejos de alguien no implica que no le sientas a tu lado. Vivimos encuadrados en una serie de ataduras desde que somos muy pequeños, y muchas veces nos cuesta tomar decisiones que supongan una ruptura con todo lo anterior. El miedo al cambio, a lo nuevo, al fracaso o al rechazo mueven nuestra razón más que la excitación por el cambio, por lo nuevo, por el éxito o por la adaptación.

Leyendo estas líneas pienso si he dicho algo de verdad con todo esto. Mi blog de hoy va dedicado a la relatividad emocional. Esto viene a decir que la percepción de las metas y los obstáculos varía según la percepción del observador. Lo que para algunos son retos, para otros son muros infranqueables y lo que para unos es imposible, para otros es imposible no intentarlo. En manos de cada uno está el saber a qué grupo quiere pertenecer y saber dónde se marca el horizonte de sus objetivos.

En estos días he pensado mucho acerca de las locuras, de lo que cambia tu percepción de la vida de la noche a la mañana, de cómo cambia la historia una vez que te libras de sus ataduras, etc., y sin embargo, todos estos cambios me hacen ver lo mucho que aprendo con cada experiencia y las ganas que tengo de acertar, de equivocarme, de caer, de levantarme.

Lo sé, muchos que me leáis pensaréis: "este chico aún tiene mucho que vivir para poder hablar de la vida". Precisamente por ello escribo esto. No quiero pensar en lo que aún no he hecho, sino que prefiero verlo como aquello que voy a hacer. En esto, la juventud tiene su punto, claro que sí, no seré yo quien lo niegue, pero siempre se ha dicho que quien no arriesga no gana, y yo odio perder. ¿Y vosotros?


¡Vive en HD!


martes, 8 de febrero de 2011

Cuando buscar desesperadamente nos convierte en desesperados.




Exámenes, trabajo, el nuevo año...Llevo tiempo con esto apartado, pero poco a poco iré recuperando el tono.

Pero bueno, vayamos a lo que nos ocupa hoy, que no es otra cosa que la búsqueda. Y no me refiero a la búsqueda material de algo que nos guste, de ahorrar para comprarnos el último grito en ropa o cachibaches electrónicos. No, me refiero a esa búsqueda interior y espiritual que todos llevamos a cabo durante TODA nuestra vida. Incluso cuando no nos damos cuenta, estamos buscando. Constantemente, sin pausas, nuestra vida es un "busca y encuentra" continuo, en el que nuestras prioridades y circunstancias marcan nuevas búsquedas que nos van conformando como personas, más o menos buenas. Al fin y al cabo, si no necesitáramos más de lo que ya tenemos, nuestra felicidad momentánea se iría apagando poco a poco.

Soy de esas personas que cree que la felicidad es algo que se complementa con nuestra vida, algo que no siempre sabemos ver, pero que siempre está ahí para saber disfrutarla. No creo en la felicidad por objetivos. No creo que pueda ser feliz cuando tenga un trabajo bueno o una pareja estable, pero sí creo en que pueda serlo en el proceso de encontrar un buen trabajo o en conocer a alguien especial. Es más, la felicidad continúa una vez que, con esto alcanzado, seguimos queriendo crecer como personas. Es decir, si basamos nuestra felicidad en alcanzar metas, una vez alcanzadas, ¿qué nos queda? La respuesta: UNA FELICIDAD CON FECHA DE CADUCIDAD. Por eso, creo que la felicidad debe ser algo que se complemente con nuestro crecimiento como personas, algo que vaya de la mano de nuestras inquietudes y necesidades, algo a lo que no se ponga límite. En definitiva, algo que sea tan grande como nuestra vida pueda ser. Y aquí, nuestras búsquedas tienen una importancia crucial.

Estos días me ha venido a la cabeza el siguiente planteamiento: siempre que buscamos, ¿encontramos? Si no buscamos y encontramos, ¿es buena señal? De aquí he encontrado dos posibles tipos de personas en función de su búsqueda interna: las que buscan y las que encuentran.

En el primer grupo, los buscadores, nos hemos encontrado todos al menos una vez. Y es que, somos un animal testarudo, y lo queremos todo y lo queremos ya mismo. Por eso, más de una vez nos hemos parado a pensar en qué nos falta en nuestra vida, o peor aún, qué necesitamos en nuestra vida para que sea vida. Y aquí empiezan los problemas. Nos ponemos a pensar y vemos que, por ejemplo, nos hace falta (o necesitamos, como llegamos a decir) una pareja. Entonces, en una cadena de reacciones de todo tipo menos lógica, descubrimos que es la falta de una pareja la que hace que nuestra vida no tenga sentido, la que hace que haya algo que no cuadra con nosotros. La fase siguiente llegados a este punto es la búsqueda. Una vez reconocido el problema, comenzamos la criba. Necesitamos una pareja (siguiendo el ejemplo) y hasta no encontrar la pareja perfecta no descansaremos, no seremos felices. Por desgracia, la vida no es tan sencilla como un Media Markt donde buscas, comparas y compras. Las búsquedas intencionadas vician nuestra perspectiva, y los resultados suelen ser desastrosos: no encontramos lo que necesitamos, nos desesperamos, nos deprimimos incluso y nos desanimamos; o encontramos algo, que creemos es lo que necesitamos, y dejamos de lado todo lo que teníamos antes de ello. Este tipo de gente suele tener muchos problemas de autoestima e inseguridad y, además, no suelen ser felices, ya que atan su felicidad a unas necesidades muy concretas que, cuando fallan, ponen su mundo patas arriba.

El segundo grupo, los que encuentran, está formado generalmente por gente que ya ha pasado por esa primera etapa. Una vez descubierto los males de buscar desesperadamente, uno se despierta un día y descubre que su vida no puede girar en torno a una necesidad concreta. No podemos mover nuestras prioridades y obligaciones, además de nuestros sentimientos alrededor de un único elemento. Es entonces cuando de verdad comenzamos a disfrutar de la vida, a ser felices. Empezamos a entender que nuestra vida en sí es la que nos puede dar todo lo que necesitamos cuando lo necesitemos. Como si de un oráculo se tratase (llamémoslo destino para los más románticos), van llegando a nuestra vida cosas que no buscábamos. Incluso cosas que no queríamos, aparecen un día para quedarse y ,"¡oh sorpresa!", nos encantan. al fin y al cabo, somos tan cambiantes como el mundo que nos rodea, por lo que no podemos decir nunca que nos conocemos al 100%. La vida está ahí para hacernos ver esto, para sorprendernos, para enseñarnos, para dejarnos llevar. El ser obstinado no siempre funciona (hay excepciones), pero por norma general, lo mejor de esta vida es levantarse con la expectación de ver lo que nos depara el nuevo día. Así, colocamos tanto lo bueno como lo malo en la misma posición, por lo que podemos afrontarlo con mayor entereza.

En resumen, en esta vida, lo importante está en lo que encontramos, no en lo que buscamos. Lo mejor que podemos hacer para ser felices es no encuadrar nuestras necesidades en un marco estricto del tipo "si no tengo esto, no puedo tener lo otro y no podré estar bien", ya que así sólo conseguiremos justo lo que no queremos. Si por el contrario, aprendemos a ver la vida con la expectativa de no estar expectantes a todas horas, la sorpresa está asegurada. Podrán llegar buenas o malas noticias, grandes o pequeños acontecimientos, pero ganaremos en emoción y felicidad, y en definitiva, ganaremos en vida.

Esforzaros en vuestros estudios o en vuestro trabajo, pero dejad que lo que realmente llena vuestro corazón y vuestra alma venga por sorpresa.

¡Hasta muy pronto!


¡Vive en HD!




miércoles, 12 de enero de 2011

38 segundos después.


Aún ni ha salido el sol. Siempre me toca a mí ser la primera. Ya sé que soy la mayor, pero también me gusta dormir un poquito más todos los días. Si lo llego a saber, no habría deseado tantas noches poder ser un poquito mayor para poder salir con mis amigas y poder estar con chicos. Ahora ya no puedo hacer nada de eso. No tengo tiempo. Y eso que aún no ha salido el sol.

¿Cómo puede haber tanto polvo? Todos los días me levanto antes que nadie para limpiar. No quiero que mis hermanos también se pongan malos. Papá ya no puede hacer esto y soy la mayor, así que no tengo que quejarme. Limpiar y preparar el desayuno. Bueno, leche con algún trozo de pan. Antes casi siempre teníamos galletas, pero ahora nunca llegamos antes de que se agoten. Hay mucha gente siempre y no me dejan ni un paquete. Una vez fui a coger uno del suelo y una mujer me dio una bofetada. Si mamá lo hubiera visto seguro que le habría dicho algo. "Tienes que ser fuerte" me dijo. Esa mujer me hizo llorar, no supe serlo. Sólo tengo 13 años.

Ya empieza a salir el sol. Las gallinas del vecino siempre hacen sus necesidades en casa. No me hace caso porque soy una niña, aunque a veces cuando se lo digo de repente se calla y se queda mirándome un rato, hasta que grita a las gallinas y las mete con una vara en su patio. Yo así no quería ser mayor. Hay muchas cosas que no sé. Ni mamá ni papá están ya para ayudarme, y muchas veces los pequeños lo pasan mal y lloro y me acuerdo de aquel día.

Hacía muy poco que había empezado el año. Aún me acordaba de la fiesta que tuvimos en el barrio. Nunca celebramos nada, pero el Año Nuevo era una de esas noches en las que todos nos reíamos. Una noche en la que siempre estábamos todos juntos. Era 12 de enero. me acuerdo muy bien porque el cumple del Jean Philippe había sido la noche anterior. Tres añitos. Aquel día había sido normal. Papá y mamá habían pasado el día fuera de casa y yo había estado en el colegio por la mañana. Llegué a casa, hice la comida y estuve con mis hermanos. Todo pasó poco antes de cenar. Mamá había llegado hace dos horas y estaba ya con la cena. ¡Huevos fritos! El vecino nos los dio por el cumple del pequeño. Entonces sucedió. Todo comenzó a temblar. Jean Philippe y Matthieu no paraban de gritar. Me acerqué a ellos y les abracé mientras llamaba a mamá. Cuando me giré para buscarla entre los trozos de plástico que caían junto al adobe del techo, vi como la sartén con el aceite le caía en las piernas y caía al suelo. Después de eso, no recuerdo nada. Sólo oscuridad. Más oscuro que cuando me levanto por las mañanas. Sólo sé que lo primero que vi al despertar era a papá. Gritaba de alegría al vernos, pero parecía que llevaba días sin parar de llorar. Le reconocí por la voz aunque no podía abrir los ojos. Me dolía mucho la cabeza. Conseguí abrazarle cuando salí después de sacar a mis hermanos, y después me desmayé. Tuve una pesadilla en la que mi madre caía y no podía cogerle la mano. Sólo oía decirme: "sé fuerte Jeanine". Al despertarme, mi padre seguía ahí. Estaba más calmado, y también rodeado de extranjeros. Ya nada volvería a ser igual. Papá dijo que ellos me salvaron la vida, que ellos me encontraron. Si tan buenos eran, ¿por qué fueron ellos quiénes hicieron que papá se pusiera malo? Al menos, eso decía la gente por la calle, y parecían muy enfadados. Cuando los peques me preguntaban no sabía qué decir, no entendía nada.

Ha pasado un año. Al principio, todo el mundo se preocupaba por nosotros. La gente decía que nos ayudarían, que todo volvería a ser como antes. Nos traería comida, nos harían una nueva casa, más segura. Estaríamos con una familia que nos cuidaría a los tres, y así yo no tendría que ser mayor. Pero mentían. Papá y mamá no volvieron. No volví al colegio. Mis hermanos ya no reían. Muchos días pasábamos hambre porque los mayores no me dejaban coger comida que la gente a la que luego insultaban nos tiraba. Siempre le decía a mamá que quería ser mayor para poder estar más tiempo con mis amigas, pero ahora ya no quería. Mamá me decía de ser fuerte, pero ya no quiero ser mayor. Ha pasado un año y sigo sin entender nada. Después del terremoto, ni los mayores saben explicarme cuando les pregunto, "¿por qué a nosotros?". Quería ser mayor, pero no así. 38 segundos habían hecho que nuestra vida cambiara, pero un año entero no había hecho que dejara de llorar por mamá y papá.


Hoy hace un año del terrible terremoto que sacudió la tierra de Haití, dejando más de 200.000 muertos a sus espaldas. 200.000 vidas que acabaron, pero millones que cambiaron para siempre. Vidas que no merecían una miseria mayor de la que ya padecían, y aún así, les pasó a ellos. Sólo un 5% de la ayuda que se prometió ha llegado allí, pero no a todos. ¡Y nosotros hablamos de crisis o de no poder fumar!

Hoy más que nunca...

¡Vive en HD!