martes, 8 de febrero de 2011

Cuando buscar desesperadamente nos convierte en desesperados.




Exámenes, trabajo, el nuevo año...Llevo tiempo con esto apartado, pero poco a poco iré recuperando el tono.

Pero bueno, vayamos a lo que nos ocupa hoy, que no es otra cosa que la búsqueda. Y no me refiero a la búsqueda material de algo que nos guste, de ahorrar para comprarnos el último grito en ropa o cachibaches electrónicos. No, me refiero a esa búsqueda interior y espiritual que todos llevamos a cabo durante TODA nuestra vida. Incluso cuando no nos damos cuenta, estamos buscando. Constantemente, sin pausas, nuestra vida es un "busca y encuentra" continuo, en el que nuestras prioridades y circunstancias marcan nuevas búsquedas que nos van conformando como personas, más o menos buenas. Al fin y al cabo, si no necesitáramos más de lo que ya tenemos, nuestra felicidad momentánea se iría apagando poco a poco.

Soy de esas personas que cree que la felicidad es algo que se complementa con nuestra vida, algo que no siempre sabemos ver, pero que siempre está ahí para saber disfrutarla. No creo en la felicidad por objetivos. No creo que pueda ser feliz cuando tenga un trabajo bueno o una pareja estable, pero sí creo en que pueda serlo en el proceso de encontrar un buen trabajo o en conocer a alguien especial. Es más, la felicidad continúa una vez que, con esto alcanzado, seguimos queriendo crecer como personas. Es decir, si basamos nuestra felicidad en alcanzar metas, una vez alcanzadas, ¿qué nos queda? La respuesta: UNA FELICIDAD CON FECHA DE CADUCIDAD. Por eso, creo que la felicidad debe ser algo que se complemente con nuestro crecimiento como personas, algo que vaya de la mano de nuestras inquietudes y necesidades, algo a lo que no se ponga límite. En definitiva, algo que sea tan grande como nuestra vida pueda ser. Y aquí, nuestras búsquedas tienen una importancia crucial.

Estos días me ha venido a la cabeza el siguiente planteamiento: siempre que buscamos, ¿encontramos? Si no buscamos y encontramos, ¿es buena señal? De aquí he encontrado dos posibles tipos de personas en función de su búsqueda interna: las que buscan y las que encuentran.

En el primer grupo, los buscadores, nos hemos encontrado todos al menos una vez. Y es que, somos un animal testarudo, y lo queremos todo y lo queremos ya mismo. Por eso, más de una vez nos hemos parado a pensar en qué nos falta en nuestra vida, o peor aún, qué necesitamos en nuestra vida para que sea vida. Y aquí empiezan los problemas. Nos ponemos a pensar y vemos que, por ejemplo, nos hace falta (o necesitamos, como llegamos a decir) una pareja. Entonces, en una cadena de reacciones de todo tipo menos lógica, descubrimos que es la falta de una pareja la que hace que nuestra vida no tenga sentido, la que hace que haya algo que no cuadra con nosotros. La fase siguiente llegados a este punto es la búsqueda. Una vez reconocido el problema, comenzamos la criba. Necesitamos una pareja (siguiendo el ejemplo) y hasta no encontrar la pareja perfecta no descansaremos, no seremos felices. Por desgracia, la vida no es tan sencilla como un Media Markt donde buscas, comparas y compras. Las búsquedas intencionadas vician nuestra perspectiva, y los resultados suelen ser desastrosos: no encontramos lo que necesitamos, nos desesperamos, nos deprimimos incluso y nos desanimamos; o encontramos algo, que creemos es lo que necesitamos, y dejamos de lado todo lo que teníamos antes de ello. Este tipo de gente suele tener muchos problemas de autoestima e inseguridad y, además, no suelen ser felices, ya que atan su felicidad a unas necesidades muy concretas que, cuando fallan, ponen su mundo patas arriba.

El segundo grupo, los que encuentran, está formado generalmente por gente que ya ha pasado por esa primera etapa. Una vez descubierto los males de buscar desesperadamente, uno se despierta un día y descubre que su vida no puede girar en torno a una necesidad concreta. No podemos mover nuestras prioridades y obligaciones, además de nuestros sentimientos alrededor de un único elemento. Es entonces cuando de verdad comenzamos a disfrutar de la vida, a ser felices. Empezamos a entender que nuestra vida en sí es la que nos puede dar todo lo que necesitamos cuando lo necesitemos. Como si de un oráculo se tratase (llamémoslo destino para los más románticos), van llegando a nuestra vida cosas que no buscábamos. Incluso cosas que no queríamos, aparecen un día para quedarse y ,"¡oh sorpresa!", nos encantan. al fin y al cabo, somos tan cambiantes como el mundo que nos rodea, por lo que no podemos decir nunca que nos conocemos al 100%. La vida está ahí para hacernos ver esto, para sorprendernos, para enseñarnos, para dejarnos llevar. El ser obstinado no siempre funciona (hay excepciones), pero por norma general, lo mejor de esta vida es levantarse con la expectación de ver lo que nos depara el nuevo día. Así, colocamos tanto lo bueno como lo malo en la misma posición, por lo que podemos afrontarlo con mayor entereza.

En resumen, en esta vida, lo importante está en lo que encontramos, no en lo que buscamos. Lo mejor que podemos hacer para ser felices es no encuadrar nuestras necesidades en un marco estricto del tipo "si no tengo esto, no puedo tener lo otro y no podré estar bien", ya que así sólo conseguiremos justo lo que no queremos. Si por el contrario, aprendemos a ver la vida con la expectativa de no estar expectantes a todas horas, la sorpresa está asegurada. Podrán llegar buenas o malas noticias, grandes o pequeños acontecimientos, pero ganaremos en emoción y felicidad, y en definitiva, ganaremos en vida.

Esforzaros en vuestros estudios o en vuestro trabajo, pero dejad que lo que realmente llena vuestro corazón y vuestra alma venga por sorpresa.

¡Hasta muy pronto!


¡Vive en HD!




1 comentario:

  1. Qué razón en lo de la búsqueda constante y sin fatiga de la que hablas... Pero cuando surge, allí y en ese momento, es siempre mucho mejor.

    En mi caso, creo que llegué, vi y encontré. O eso quiero pensar al menos.
    Las noches veraniegas de Nunca Jamás deben de ser en compañía!! :)

    Te dejo un verso de Dante, que cuando lo estudié en 2º de Bachillerato me atrapó:

    "A toda alma prisionera y gentil corazón,
    a cuya presencia venga el decir presente,
    por que me escriban su parecer,
    salud en su Señor, es decir Amor.
    Ya eran casi terciadas las horas,
    del tiempo en que toda estrella está luciente,
    cuando aparecióseme Amor súbitamente,
    cuyo aspecto recordar me causa horror.
    Alegre me parecía Amor, teniendo
    mi corazón en la mano, y en sus brazos una
    caballero, envuelto en un lienzo, dormido;
    Después le despertaba, y de este corazón ardiendo
    él espantado humildemente comía,
    y después irse le vi llorando."


    En verdad habla de una dama, Beatriz, pero yo lo cambio masculino claro jejjej
    Dante la encuentra por prmera vez a los nueve años y se enamora de ella en el acto. Vuelve a encontrarla nueve años después, y compone un soneto en su honor. Desde ese momento, siente por Beatriz un amor platónico y su mayor felicidad es ser saludado por ella. Pero ella le rechaza el saludo al saber que él la ama, y él cae gravemente enfermo.
    Durante su enfermedad tiene una pesadilla que es un presagio de la muerte de Beatriz, y se acaba convirtiendo en realidad. Tras su muerte, Dante se cree enamorado de otra mujer, pero logra vencer sta falsa pasión y una visión le muestra a Beatriz, vestida de rojo, por lo cual el poeta decide no amar a otra mujer y consagrar su vida al recuerdo de su amada...

    1beso Hab!! Aquí el Sol volvió a salir, aunque hace frío!! Quelle merd...
    Pasa un buen día (K)!

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